Huelga es, parar la actividad laboral, lo que suelen hacer los trabajadores asalariados para reivindicar sus derechos a mejorar profesionalmente, cuando estos no son atendidos por la patronal.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) lo especifica claramente como medio legítimo y fundamental de los trabajadores.

Documentándome sobre las huelgas, todavía no he salido de mi asombro al conocer que la primera huelga de que se tiene noticia data del año 1157 a.C., sucedió en el Antiguo Egipto, organizada por trabajadores y artesanos de Set Maat -actual Deir el-Medina- en tiempos Ramsés III. Está escrito en el llamado Papiro de la Huelga, por un tal Amunnakht, se expone en el Museo Egipcio de Turín.

El origen más actual de la huelga se asocia a la Revolución Industrial, cuando surgen los movimientos sindicales y la lucha de clases en el siglo XIX y principio del XX. Después de la Segunda Guerra Mundial, en Europa aparece con fuerza, y en España debido a la dictadura no tuvo reconocimiento y fuerza hasta la década de los 80 del pasado siglo, cuando los socialistas tomaron el poder legislativo

Pienso que, la huelga es la fuerza que tenemos los ciudadanos, en especial el trabajador por cuenta ajena, para hacer valer nuestro respeto, en primer lugar, a ser escuchado y poder negociar de tú a tú, con el capital. Es la lucha del ciudadano obrero. No obstante, al menos en España, “de tanto usarla se nos está gastando”.

Hoy, en este país, opino que se usa la huelga a la ligera. Algunas veces observo que al inicio de conversaciones en las relaciones empresa-trabajo, ya se amenaza con la huelga, e incluso se lleva a cabo. No se piensa que muchas veces una huelga puede perjudicar al resto de trabajadores que laboran en otros lugares. Por poner un ejemplo, la huelga en los medios de transporte.

Todos tenemos derecho a la huelga, pero significa decir ¡¡¡basta!!! Hasta aquí hemos llegado. Seamos sensatos y si hay que romperlo todo se rompe, pero no a la brava. Pongamos inteligencia a nuestros derechos y reivindicación.